Por Robert Le Busque, vicepresidente regional de Asia Pacífico en Verizon Business
Mitigar el riesgo geopolítico en las operaciones globales requiere enfoque, colaboración y liderazgo. Los cables submarinos, donde convergen las redes físicas y digitales, a medida que se expande la huella digital global, podrían representar el mayor riesgo del mundo moderno.
El crecimiento explosivo de la conectividad digital presenta una vulnerabilidad oculta: la red de cables submarinos. Estas líneas vitales para las comunicaciones globales se encuentran cada vez más amenazadas, poniendo en riesgo billones de dólares en actividad económica.
Recientes denuncias de daños deliberados a cables submarinos han puesto de relieve la fragilidad de esta infraestructura crítica, como lo advirtió recientemente el Centro de Diseño de Políticas Tecnológicas de la Universidad Nacional de Australia.
La región Asia-Pacífico, una potencia digital, es particularmente vulnerable. Australia, un vínculo clave entre Asia y Occidente, enfrenta mayores riesgos tanto por ciberataques como por interrupciones del servicio de cable.
La red mundial de cables submarinos
Del tamaño aproximado de una manguera de jardín, los cables de fibra óptica modernos transmiten datos a casi la velocidad de la luz. Una vasta red de cables submarinos de fibra óptica recorre la región de Asia Pacífico y transporta aproximadamente el 99 % del tráfico de internet intrarregional y hacia el resto del mundo.
El volumen de construcción de cables submarinos es el mayor registrado hasta la fecha. Desde 2022, se han puesto en servicio nuevos cables por valor de más de 6.000 millones de dólares, conectando Asia y Oceanía.
Sin embargo, la red global aún presenta puntos de vulnerabilidad significativos. Si bien se instalan nuevos cables a un ritmo récord, la concentración de estos cables en las estaciones de aterrizaje crea puntos únicos de falla. Esto se debe a que múltiples redes de cable convergen en puntos de acceso terrestres llamados estaciones de aterrizaje. Como puntos de agregación cruciales, son blancos de alto riesgo de interrupciones o interferencias. Por ejemplo, hay 16 cables principales que atraviesan el Pacífico Norte desde Asia hasta Estados Unidos. En algunos puntos, 15 de esos 16 convergen en una única estación de aterrizaje a lo largo de la ruta.
Esta infraestructura submarina sirve de conducto para los actores de amenazas, lo que facilita un alcance verdaderamente global, independientemente de su origen. Estos actores no necesariamente tienen motivaciones financieras para comprometer las redes, como sugiere el Informe de Infraestructura de Datos de Verizon de 2024 (DBIR). El espionaje (como motivación) por parte de actores estatales nacionales representa el 25 % de los casos.
Colaboración y cooperación vs. propiedad y acceso
Debido a las crecientes amenazas, no sólo en la región Asia Pacífico sino también de otras fuentes maliciosas, existe un creciente interés genuino por parte de los gobiernos de esta región en colaborar en la construcción de resiliencia y el fortalecimiento de la infraestructura dentro de las redes de cables submarinos.
También existe una creciente preocupación en torno a los hyperscalers (grandes empresas de tecnología como Microsoft, Google y Amazon) que realizan inversiones significativas en la construcción de su propia infraestructura de cables submarinos, pasando así de ser clientes a propietarios, lo que aumenta la dependencia de los estados nacionales de estas corporaciones para proteger la infraestructura crítica.
A medida que estos hyperscalers desempeñan un papel cada vez más importante en la infraestructura digital, la dependencia de los países de estos proveedores ofrece oportunidades para una defensa robusta y pone de relieve los riesgos potenciales derivados de la dependencia excesiva de un único socio. Para mitigar esto, la diversificación de las alianzas y la creación de redundancia son pasos esenciales hacia una infraestructura resiliente.
Australia, en particular, también debería considerar su postura sobre las alianzas para cables submarinos como parte de una política de seguridad económica más amplia. Esto incluye evaluar los riesgos que las amenazas avanzadas y la interrupción de la infraestructura representan para sus sectores industriales clave, como la minería y la agricultura. Debido a la creciente digitalización de estos sectores, existe el riesgo de que sean blanco de actores maliciosos que buscan interrumpir las cadenas de suministro esenciales. Esto exige una colaboración aún mayor entre proveedores y socios de confianza de países de confianza para garantizar la resiliencia, la escalabilidad y la seguridad de la red.
Abordar estas vulnerabilidades requiere una estrecha colaboración entre gobiernos, industrias y líderes tecnológicos para mejorar la resiliencia de la infraestructura submarina, por ejemplo, trabajando con proveedores de confianza de países de confianza. La colaboración proactiva con líderes tecnológicos globales y aliados, así como sus iniciativas locales en ciberdefensa, puede liderar el camino para establecer nuevos estándares de seguridad en la infraestructura.
Por ello, la OTAN y la UE han reconocido recientemente los cables submarinos como la base del crecimiento económico, la seguridad y el crecimiento nacional, priorizando la seguridad de los cables y gasoductos submarinos. La declaración conjunta de la Asamblea General de las Naciones Unidas y los países del grupo Cinco Ojos (entre los que se encuentra Australia) incluye recomendaciones para una mayor cooperación entre los propietarios de estos activos, así como para una coordinación más estrecha entre el gobierno y la industria.
Abordar las amenazas de ciberseguridad de próxima generación
Las nuevas tecnologías, en particular la IA generativa, potenciarán la eficacia de los ciberataques en nuestras redes convergentes. Campañas de pretexto automatizadas e hiperescaladas con personajes ultrarrealistas se dirigirán a empleados, clientes, consumidores, socios, marcas y operaciones.
Del mismo modo, si bien las personas siguen siendo el mayor activo para fomentar la cooperación y las respuestas colaborativas ante estas amenazas avanzadas, también siguen siendo nuestra mayor vulnerabilidad. Y a medida que el mundo digitaliza cada vez más sus operaciones —desde la fabricación avanzada y de misión crítica hasta las tiendas de conveniencia locales—, la superficie de ataque se expande y la resiliencia continúa poniéndose a prueba.
Como parte de su papel en la transición global hacia la resiliencia digital, Australia debe afrontar el futuro, reconociendo la fragilidad inherente de su infraestructura, así como su liderazgo en inversión, innovación y producción en la región Asia-Pacífico. Ocupa una posición destacada en los flujos comerciales globales, tanto digitales como físicos.
A medida que los mundos cibernético y físico se fusionan, debemos ir más allá de la redundancia del sistema; Australia puede (y debe) desarrollar una verdadera resiliencia y planificar la capacidad de supervivencia.